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Joan F. Ribas

Joachim Kühn & Andrés Coll, idéntica pasión con medio siglo de separación

En la música, hay días en que parece que los astros se alinean y se producen auténticos milagros. Algo así sucedió el pasado sábado durante el segundo concierto del Sol Post a s’Oli Fest, que contó con dos grandes estrellas sobre el escenario: el extraordinario pianista de fama internacional Joachim Kühn, que con 79 años quiso ofrecer un último recital ante el público ibicenco tras su anunciada retirada en París, y el joven vibracionista local Andrés Coll, que a los 23 ya ha conseguido grabar y ser apadrinado por este maestro, además de ser declarado con unanimidad como una promesa mundial.

El hechizo que se produjo durante el recital fue más allá de la musicalidad y la armonía; se tradujo en el gesto, la pasión, el akelarre y la interpretación desatada, donde la electricidad del cuerpo se convierte en parte indispensable del espectáculo; en la diéresis de la música. Verlos tocar juntos, al lado también del marroquí Majid Bekkas al guembri (instrumento tradicional de tres cuerdas) y el francés Ramón López a la batería, demostró que ambos intérpretes, desde la visión de la música que ambos proyectan, son almas gemelas, aunque les separe más de medio siglo de distancia.

Joachim Kühn sacude como un púgil el teclado del gran piano de cola Steinway and Sons, traído especialmente desde Barcelona para la ocasión. Se contorsiona, encoge, retuerza, sonríe, endurece la mandíbula, amenaza con los dientes como una fiera a punto de atacar y suda… Como si en lugar de interpretar, este enorme músico declarado siete veces mejor pianista de Europa, practicara la lucha libre.

Andrés Coll comienza contenido, hasta que de pronto alguien enciende un interruptor invisible y comienza a aporrear la marimba con sus cuatro martillos –antes de la irrupción de Andrés no podíamos sospechar que este instrumento, a priori anodino y gregario, pudiese interpretarse como un baterista de heavy metal–, con tal despliegue de gesticulación y vigor –siempre al servicio del instrumento–, como si bailara payés al mismo tiempo, que es algo que además ejerce como catedrático en la materia. Lo demostró, por cierto, en una parte del concierto, con un virtuosismo y una velocidad a las castanyoles, en pique con el batería Ramón López, nunca vistos desde los tiempos del gran bailador Joan Cantó de Sant Josep, inventor de los testets (suerte de castanyoles hechas con trozos de ladrillo).

¿Quién pudo imaginar alguna vez que un instrumento tradicional ibicenco albergase vida más allá del puro folklore, fusionándolo con el jazz al lado de los más grandes instrumentistas del género?

Todo eso, y mucho más, describe la magia que se encendió el sábado en el transcurso de un concierto irrepetible, que los que tuvieron oportunidad de disfrutar difícilmente olvidarán, y que bautiza definitivamente el escenario exterior del recinto de Caló de s’Oli como un enclave donde pueden ocurrir cosas grandes y maravillosas. Hubo, asimismo, un blues extraordinario de Bekkas, que tiene una voz impresionante para la música tradicional de su país, y solos de batería y guiños cómplices con Coll del gran Ramón López, que es otra primera figura del jazz.

Dos horas de recital, en definitiva, que marcan un antes y un después en el recinto de Cala de Bou y que también suponen el gran colofón a la carrera del técnico de Cultura del Ayuntamiento de Sant Josep, Gerardo Marín, organizador de este evento insólito que le hace salir por la puerta grande hacia su jubilación y deja el listón muy alto. A Gerardo le dio las gracias con sentidas palabras, merecidas, la nueva concejala de Cultura, María José Ríos. Luego le entregó un ramo de flores, al que siguió un sonoro aplauso por parte del público que llenó este singular espacio. Sencillamente apoteósico.

A continuación, una galería con imágenes de Joan F. Ribas: