El regreso de Chris Lee: crónica de otra tarde mágica en Can Jordi
Si pasaste la adolescencia disfrutando con tus amigos por los bares y pubs del West End, allá por los noventa, conoces de sobra el nombre de Chris Lee. Para quienes le vimos tocar mil veces en aquellos garitos a rebosar de gente, era como un dios de la guitarra, una leyenda que emergía entre la bruma del tabaco. Un inglés bajito y fibroso que casi siempre actuaba solo, con una larga melena y a pecho descubierto, chaleco desabrochado, vaqueros ajustados, botas camperas, sombrero vaquero y un collar de indio siux. Cuando cogía la guitarra y tocaba algún tema de Jimi Hendrix, parecía que levitaba.
A lo largo de su vida, Chris Lee ha pasado varias décadas tocando en los escenarios ibicencos, pero también ha actuado en lugares tan dispares como Múnich, Japón, Los Ángeles o Inglaterra, y ha compartido tablas con artistas consagrados, como Jimmy Page, Robert Taylor, Ron Wood, Eric Burdon o Javier Vargas. Durante su etapa en Ibiza, pudimos verle con Blues Dave, Jon Michell, Norberto Rodríguez, Esteban Cabezos, Victor Gressely, Dennis Herman y tantos otros. En Sant Josep actuó en el memorial ‘Dave on my mind’ y en Formentera también se hizo un nombre, gracias a su participación en el Festival de Guitarras que organiza Eky Hoffmann.
Tras años desaparecido, sin tener noticias de él, ayer tuvimos el privilegio de volver a escucharle y fue apoteósico. Otra de esas tardes insólitas que surgen en Can Jordi Blues Station, que nos dejan con una sonrisa de oreja a oreja y nos reconcilian con esta isla saturada y exprimida, donde ya parece que la magia no tiene cabida.
Como todos los martes, estaba prevista la jam session ‘Ca-tu-fas Blues?’, donde suele intervenir un grupo ecléctico de músicos (unos que están de vacaciones y otros locales, que aprovechan el día de libranza para seguir haciendo música). Ayer, sin embargo, fue diferente. A primera hora de la tarde, apareció Javi Roig, el percusionista de Fuel Pressure Regulator, con su batería negra, acompañado del propio Chris Lee, con la vieja y desgastada Fender Stratocaster blanca de los años sesenta de siempre, y el maestro Dennis Herman, con su bajo. En cuanto supo del desembarco, Vicent Jordi lo tuvo claro: “hoy se monta fuera”, en lugar de celebrar la jam bajo el porche, como suele ocurrir todos los martes. Y tampoco sería una jam; solo una fiesta con estos tres músicos como protagonistas, que detonaron una carga de blues y rock que dejó a los presentes atónitos por la intensidad desplegada.
Punteos y bendings salvajes de Chris, versiones muy personales de temas clásicos interpretadas con una voz tomada por la emoción, filigranas constantes al bajo de un Dennis Herman realmente inspirado y Javi Roig, que se está erigiendo como el nuevo hacedor de milagros musicales en la isla, dejando empapada la camiseta por la energía desplegada. En el último tramo del improvisado show, cedió las baquetas a Joan Carles Marí, que, como los demás músicos, también ofreció una exhibición. Uno de los temas finales fue una emocionante versión de ‘With a Little Help from My Friends’, el tema que compusieron Lennon y McCartney para el álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band y que luego Joe Cocker convirtió en una balada maravillosa y banda sonora de la serie ‘Aquellos maravillosos años’, otro icono para los que rondamos la cincuentena, ya sea por arriba o por abajo. El público casi se hecha a llorar de la emoción. Hay días en que los músicos parece que tienen alas y ayer fue uno de ellos.
Sin embargo, tan insólito fue el concierto como lo es su intrahistoria. Chris Lee llevaba tres años sin coger una guitarra. Hace algún tiempo decidió marcharse a Inglaterra, para refugiarse en casa de su hermano y tratar de pasar página a la vida desordenada que llevaba en Ibiza y que podía costarle la salud. La música también quedó apartada.
Javi Roig le invitó a pasar unas semanas en su casa este verano y le pidió que se trajera la guitarra, la misma Fender Stratocaster pálida con la que cabalgaba por los escenarios de Ibiza como si montara un potro desbocado. Ya en Ibiza, ensayaron juntos media hora y Chris se desesperó. Los dedos no volaban como antaño. Javi le dijo: “Lo dejamos por hoy y mañana volvemos a internarlo”. A la segunda, Chris recuperó de un plumazo su habilidad.
Chris y Javi son viejos compañeros de escenario. Se conocieron en la década del 2000, tocando con Putumayo Project, la banda del fantástico músico holandés Rick DeVito, que actuaba en el bar Putumayo de Sant Antoni, en la calle que bajaba a Cala Gracioneta, pasado el Stella Maris. Era un lugar de esos donde la magia musical fluía casi a diario y nunca sabías lo que allí podía ocurrir; el Can Jordi de entonces. Rick cantaba, Chris tocaba la guitarra, Javi la batería, Thom Voss el bajo y Alex O’Brien los teclados. Era un grupo potentísimo y unido, gracias al pegamento que proporcionaba la personalidad exigente y carismática de Rick, del que todos aprendieron una barbaridad. Durante una temporada, Chris se marchó a la aventura americana, formando una super banda de blues para hacer el circuito estadounidense. En aquella época, le sustituyó el actual guitarrista de Fuel Pressure Regulator Andy Holdstock. Sin embargo, llegado el momento de renovar el visado, las autoridades no se lo permitieron y tuvo que abandonar la banda, regresando a la isla.
Rick DeVito, de nombre real Erick Hogendorp, fue un cantante holandés que triunfó en Rotterdam y todo el país desde la década de los años setenta, con bandas de soul y funk como Frozen Frogs y The Frog. A finales de los ochenta inició una carrera en solitario con la que también grabó innumerables éxitos, incluso en lugares más allá de los Países Bajos, como Alemania o Escandinavia. Coincidiendo con una enfermedad cardíaca, se trasladó a Ibiza, donde vivió hasta su muerte, en 2018. El corazón no pudo acabar con él, pero si un cáncer, que le consumió y que surgió después de que las autoridades le cerraran el Putumayo. Javi Roig aún se acuerda de aquel día en que Rick y él, junto con otros músicos, fueron a despedirse cuando agonizaba en la UCI. Allí tocaron para él en acústico, sin que nadie del hospital se lo impidiera, y le dieron un último abrazo a su cuerpo consumido. Falleció al día siguiente.
Ayer en Can Jordi, Chris volvió a actuar a pecho descubierto, como siempre. Sobre el esternón, un colgante con una gran piedra turquesa. La misma que le entregó Rick antes de morir y que ahora luce como un talismán. Tal vez esté relacionada con su cambio de vida y su renacimiento como ser humano. ¿Quién sabe?
Esperamos que este concierto no sea el último en esta escapada a Ibiza y que Chris, junto a Dennis, Javi, y tal vez algún otro músico de la isla, aún nos regalen otra tarde de blues y rock como la que vivimos ayer. En todo, caso, ¡gracias por una tarde inolvidable!
A continuación, una espectacular galería de fotos de Joan F. Ribas: