Ramón Bufí: “Seguiré tocando hasta que reviente”
El sábado 28 de mayo se avecina una buena en Can Jordi Blues Station. El cantante y batería Ramón Bufí (Eivissa, 1956) celebra su 50 aniversario en los escenarios y, para celebrarlo, ofrecerá un concierto con su formación actual, Aykya, en la que actúa junto a su hermana Marga, ambos a la voz y a la percusión, el guitarrista Manu Díaz y el bajista David Keiper. También están invitados un montón de amigos músicos, que irán desfilando por el escenario. Sabemos cómo empezará la fiesta, pero la manera en que concluirá es un misterio.
Desde ‘Sant Josep es Música’ felicitamos por adelantado a Ramón Bufí, quien, en el transcurso de esta entrevista, nos resume su biografía como artista y nos revela un puñado de jugosas anécdotas sobre el universo crápula de las bandas y aquella Ibiza insólita de los 70 y 80, que él vivió y gozó desde una posición privilegiada: la de músico.
¿De dónde procede esta pasión por la música?
Nací en 1956 y crecí en la finca Can Bufí, a solo 1 kilómetro de Vila, donde ahora está el polígono industrial. Mi padre, Vicent Bufí, era ballador de pagès y viajó por toda Europa, y en 1965 construyó el primer hipódromo con las dependencias completas que existió en Ibiza y poco después montó la discoteca Glory’s, una de las primeras de la isla. Éramos seis hermanos, tres chicos y tres chicas, y tres de ellos nos hemos dedicado a la música. Xico, ya fallecido, era guitarrista y compositor y nos arrastró a mi hermana Marga, que acabó haciéndose cantautora, y a mí. Xico había montado Es Amics, una banda que fue muy famosa en la época, y también tocó con los Ovnis y Es Amics des Trons, entre otros.
¿Por qué elegiste la batería?
La percusión ha sido siempre lo que me apasiona, aunque también toco un poco la guitarra y el teclado. Con 11 o 12 años, mi padre me preguntó qué quería como regalo de reyes y le dije que una batería. Era de juguete, se llamaba “Baby Twist” y la compramos en Can Matà, en la calle de las Farmacias. Recuerdo que costó 425 pesetas. No era más que un bombo y tres platillos, pero con ella aprendí lo básico. Poco después, mi hermano comenzó a ensayar con su banda en un piso en obras de mi padre. Cuando ellos no estaban, escalaba la pared para colarme dentro y me ponía a trabajar con la batería. Luego empecé a frecuentar todos los hoteles donde había grupos tocando y, de vez en cuando, me invitaban a subir al escenario con ellos. Me decían: “Ramonet, vols tocar un ratet?”.
¿Recuerdas tu primer concierto?
Fue en las fiestas de Sant Rafel, con Pepe y Paco Costa. Formábamos un trío con un nombre que ya he olvidado. Teníamos 15 ó 16 años y, como aún no nos habíamos podido sacar el carnet de conducir, cargamos los instrumentos en el dos caballos de mi cuñado. Él nos llevó. Con 16 ya actué en una fiesta de Nochevieja en Las Dalias, junto a otros músicos ibicencos, como De la Torre, Pepe de los Ovnis…
¿Cuándo empezaste a ganarte la vida con la música?
Con 17 años. Me junté con un grupo de músicos que se llamaba Los Genios. Eran de Jaén y se dedicaban a la rumba. Lo más fuerte es que siendo todos de Jaén, el que cantaba era el payés de Vila; o sea, yo (Ramón se pone a cantar con un acentillo flamenco que le sale completamente natural y se echa a reír). También tocaba la percusión. Salimos al escenario del Hotel Hawai de Sant Antoni todo un verano, cada día; de lunes a domingo. Como seguía sin carnet, el bajista me recogía en casa.
Al verano siguiente monté otra banda con unos soldados de Barcelona destinados en la isla que sabían tocar. Se llamaba Sendra y hacíamos música variada de baile por los hoteles. Luego llegó otra formación muy pintoresca dedicada a promocionar la moda Adlib, con la que viajamos mucho. Actuaba junto al guitarrista Manolo Díaz, Dennis Herman al bajo y Henry Maizels, que tocaba la flauta. El grupo se llamaba Azibi, que es Ibiza, pero al revés. Ofrecíamos nuestra música siempre que había un desfile, éramos muy hippies y sonábamos muy a lo Herbbie Hancock: funky, blues, jazz y hasta temas de Santana… Entonces ya tenía carnet y transportábamos los instrumentos en una furgoneta del hipódromo, que nos prestaba mi padre. Cabían dos caballos, así que sobraba sitio.
Por lo que dices, en aquellos años sobraba el trabajo y montabais una banda tras otra…
No parábamos nunca. Otro grupo con el que también actuaba era “Tots Band”, con Mark Lieberg, un bajista explosivo, de los mejores, y Juanjo Cardona a la guitarra. Nos contrataban en hoteles, discotecas, Las Dalias… Nuestro repertorio incluía temas de Police, rock and roll y composiciones mías. También tuve un trío de jazz con Rafa Peletey, llamado Island Jazz Trío.
Desde Semana Santa a octubre íbamos a bolo a diario y a veces con dobletes y tripletes. Ganábamos cada uno 5.000 ó 6.000 pesetas cada día. Éramos los reyes del mambo. Tenía un piso alquilado y al terminar el concierto salíamos cada noche a emborracharnos. Aún así, en 1977 me fui a la mili con 100.000 pesetas ahorradas, que era una pequeña fortuna.
¿Dónde hiciste la mili?
Me tocó en Vitoria, pero en dos meses y medio me escapé. Fingí que tenía un asma muy fuerte y me moría. Me mandaron a casa, pero al llegar a Ibiza tuve que acudir a una revisión con el médico militar. Me fumé un paquete de celtas del tirón, subí corriendo las escaleras de la Comandancia y cuando me llegó el turno el corazón me iba a mil por hora. Me libré y ya no tuve que volver.
Si tuvieras que elegir una etapa dentro de estos 50 años de música, ¿con cuál te quedas?
Sin duda, la década de los 80 y el New Wave. Fue una época dorada de la música y los años más alucinantes de mi vida. Tocaba a menudo con Azibi y alrededor de 1985 creamos la banda Ibz, con Master a la guitarra, Chiche, otro guitarrista argentino muy bueno, Juan Pablo al bajo y yo de batería y cantante. Hacíamos “música térmica” porque abrasaba como el carbón.
En esa época también toqué con otro grupo llamado Viento Saharaui, con Pedro Planas a la guitarra, Juan Pablo al bajo y yo a la batería. Además, tenía el Bar Can Bufí, cerca de donde me crie. Por allí han pasado todos los músicos de Ibiza. Cuanto terminábamos de tocar en los hoteles, nos reuníamos en Can Bufí y hacíamos música desde la una o las dos de la madrugada hasta que amanecía.
Otra formación mítica del rock ibicenco era Siroco…
Sí, actuamos con ella desde principios de los 90 hasta 1996, más o menos. Era una banda de covers de rock en la que tocábamos con secuencias. Estaban Manolo Díaz, Rafa Peletey, Carlos Lorda al saxo y yo a la percusión y a la voz. Montábamos unas bases y tocábamos encima, con un equipo brutal. La gente flipaba. Íbamos a La Escollera, el Indiana… por toda Ibiza. Y también hacíamos muchas fiestas privadas. Fue un éxito.
¿En este medio siglo nunca has dejado de tocar?
A finales de los 90 paré unos años. Puse en marcha un proyecto llamada Can Vino Tinto Productions, con el que montábamos fiestas techno en Blue Marlin, La Escollera, Privillege… En 2000 incluso organizamos el fin de año en Amnesia. Estábamos como cabras. Trabajamos mucho y no quedó un duro, pero lo pasamos muy bien. Tiré por ahí hasta el 2005, más o menos.
¿Cómo volviste a la música?
A través de un amigo conocí a un grupo de gente que hacía batucada y me invitaron a tocar. Eran como 15 ó 20 personas. De ahí surgió una nueva banda, Samba Karay. Éramos cinco músicos y dos bailarinas brasileñas y hacíamos unos shows de escándalo sin equipo, a palo seco. Yo solo llevaba la caja de la batería. Todas las semanas tocábamos en Es Savinar (es Jondal) y hacíamos fiestas privadas sin parar. Llegábamos a cobrar 2.000 euros por actuación. La banda estuvo activa hasta 2008, cuando falleció uno de los músicos.
En esa época también estuve tocando con Three Monkeys, que lideraba Frank, un rockero inglés, con el guitarrista ibicenco David Bofill. Hacíamos rock and roll a todo trapo. El cantante tenía doscientos y pico años, pero se metía dos Jack Daniels y bailaba como un chaval. Tenía un bar cerca del hotel Algarb.
¿Cómo irrumpe Aykya, tu actual grupo?
Llevaba otra temporada larga sin tocar y, a raíz de un bajón raro de salud, me fui a Barcelona para seguir una terapia de ayuno en una montaña. Con tanta tranquilidad, regresé de allí con la idea clara de volver a la música y desde entonces no he parado. Quería tocar con mi hermana Marga, que había vivido muchos años en Barcelona y había regresado a la isla, y así nació Aykya. Entonces estaban también Manolo Díaz a la guitarra y Mark Lieberg al bajo. Marga y yo nos encargamos de la percusión y de cantar, y luego David Keiper sustituyó a Mark. Y así hasta hoy. Disfruto mucho tocando.
Has hecho rumba, samba, rock, jazz, rock progresivo… ¿Cuál es la música que más te gusta?
Si tengo que definirme diría que me considero entre rockero y funky. Me gusta desde Billy Idol a AC/DC, pero soy funky total. También me van la salsa y la rumba. Disfruto con todo.
¿Hasta cuándo planeas seguir en los escenarios?
Seguiré tocando hasta que reviente. Ahora más que nunca. Vivo cerca de Can Jordi, en el campo, y tengo un estudio en casa para tocar y ensayar. No puedo vivir sin la música.