TOP
Actualidad
Joan F. Ribas

Explosión de blues con Willie Buck, en el III Soul Food Fest

Inolvidable la jornada vivida ayer en el Auditorio Caló de s’Oli, con motivo de la celebración del III Sooul Food Fest. El recinto de Cala de Bou se llenó hasta los topes para recibir una dosis de auténtico blues tradicional de Chicago, de la mano de toda una leyenda de esta ciudad: el cantante Willie Buck, que acabó jaleado por un público absolutamente entregado a este tipo de música, a tenor de lo vivido, tiene muchos más adeptos en la isla de lo que cabría suponer.

El evento, tras las pruebas de sonido realizadas por la mañana, que transcurrieron sin contratiempos, se desarrolló con una puntualidad casi británica, arrancando alrededor de las 12,30 horas con el disc jockey habitual de este festival, Betterman DJ, que ofreció una selección acorde al tipo de público y a los géneros musicales de la América sureña que caracterizan esta jornada. Poco a poco fue llegando un público de lo más ecléctico, formado sobre todo por aficionados locales al blues, pero también por curiosos y turistas que, ya desde primera hora, atraídos por las pruebas de sonido, se acercaron para interesarse por lo que iba a acontecer allí.

The Station Hollers. Foto: Joan F. Ribas

Mientras el gumbo, plato típico de Louisiana que estaba previsto servirse al finalizar el primer concierto, iba haciéndose a fuego lento, subía al escenario la primera de las dos bandas de la tarde: The Station Hollers, grupo de música sureña que cuando suena al público le aporta la sensación de estar escuchando a cuatro currantes de Arkansas relajándose con unos blues bajo el porche del granero, tras una dura jornada en el campo.

La banda nació en Can Jordi Blues Station, como indica su nombre, The Station Hollers, que significa algo así como los gritones de la estación. La forman Soulman Sal, también cantante y guitarrista de Uncle Sal; Dennis Herman, de The Moonshine Band, Bluesmàfia y Cotton Cactus, que toca el dobro; Ferran Nogués, voz y guitarra, también miembro de Uncle Sal y con una sólida carrera en solitario, y P. J. González, de Cotton Cactus, a la batería.

Los cuatro ofrecieron una lección magistral de los distintos estilos americanos, desde folk al blues, pasando por el country o el bluegrass, y dejaron al público con suficientes ganas de más, como para que no se marchara nadie de allí.

En cuanto terminaron, tras atender las peticiones de bises del público pese a haber actuado bajo un sol de justicia, Betterman DJ volvió a los platos, mientras la gente ya degustaba el gumbo popular preparado por Aitor ‘Blue Lehendakari’, armonicista y chef por afición, que lo mismo se sale con la cocina criolla que con la fabada asturiana, aunque tenga que prepararlos para una multitud. El plato quedó de escándalo, según coincidieron numerosos comensales. Se sirvieron alrededor de doscientas raciones, más o menos los mismos platos que vendieron las dos food trucks que se sumaron al evento. El puesto de venta de vinilos de segundo mano, en colaboración con la Asociación Retro, también fue un éxito y muchos asistentes se acabaron marchando con algún LP bajo el brazo.

Willie Buck. Foto: Joan F. Ribas

Sin tiempo de hacer la digestión, sobre las 16 horas, salió al escenario la banda de Willie Buck, formada por cuatro músicos de excepción: el guitarrista José Luis Pardo, director de la Escuela de Blues de Madrid y un habitual del circuito nacional; Tota Blues (Flavio Rigatozzo), un armonicista de primera afincado en Barcelona, que también frecuenta festivales y salas de todo el país; el bajista Ernesto Larcher, procedente de Madrid, que ya ha actuado muchas veces con los dos anteriores y también con Willie Buck, y el batería local David Barona, que siempre pone la percusión a los mejores músicos de blues que aparecen por la isla y que en buena parte aterrizan aquí por él.

La banda se marcó dos temas en solitario, hasta que en los primeros compases del tercero el gran Willie Buck subió al escenario e hizo una demostración de porque le llaman “leyenda”. Pese a sus 86 años, su voz conserva toda la fuerza y transmite esa autenticidad que solo alguien que se ha criado en una ciudad llamada Houston, en el corazón de Mississippi, con un ministro de la iglesia como padre que cantaba góspel desde el púlpito, puede hacer.

Willie ofreció grandes clásicos del blues, homenajeando a Muddy Waters y reivindicando su origen callejero, de cuando tocaba por unas monedas en el Maxwell Street Market de Chicago, ciudad a la que se trasladó con tanto solo 17 años para hacer carrera como cantante de blues y donde ha acabado haciendo su vida, junto a su esposa, con la que se casó a los 23 años, y sus siete hijos (dos mellizos varones y cinco chicas). Willie ofreció un repertorio absolutamente impagable, que deleitó a los aficionados, que acabaron coreando su nombre frente al escenario, como agradecimiento al espectáculo que acababan de vivir.

Fue, en definitiva, una jornada gloriosa de un festival que se asienta como uno de los más originales de la isla y que, por segundo año, después de la visita de Greg Izor en la edición de 2022, ha logrado traer ya a dos auténticas figuras norteamericanas del blues. Cabe recordar que el certamen lo organizan el Ayuntamiento de Sant Josep y la Asociación Cultural Great River Road, con el objetivo de dar a conocer el intenso vínculo existente entre cocina y cultura musical. Se enmarcó en las fiestas de Cala de Bou y Port des Torrent 2023.

A continuación, una galería de fotos de Joan F. Ribas: